"Contaminación ambiental y ojo seco: cómo el aire que respiramos afecta la salud ocular"
La contaminación ambiental puede causar o empeorar el ojo seco y otras enfermedades de la superficie ocular. Descubrí cómo afecta tus ojos y qué podés hacer para protegerlos.
Introducción: lo que no ves, también te puede afectar la vista
¿Alguna vez notaste tus ojos rojos, secos o irritados después de pasar un día en la ciudad? Tal vez no estuviste tanto frente a una pantalla, ni tuviste una jornada especialmente estresante. Entonces, ¿qué lo provocó?
La respuesta muchas veces está flotando en el aire: la contaminación ambiental, un enemigo silencioso que afecta nuestra salud ocular sin que nos demos cuenta.
En Ver la Vida, recibimos cada vez más pacientes con síntomas compatibles con el síndrome de ojo seco, incluso en personas jóvenes, activas y sin patologías previas. Hoy sabemos que el entorno juega un papel clave en la aparición y agravamiento de estas molestias.
La superficie ocular: una frontera expuesta y delicada
Nuestros ojos están diseñados para resistir el ambiente, pero sólo hasta cierto punto. La película lagrimal, una capa microscópica que recubre la superficie ocular, es la encargada de proteger, lubricar y oxigenar los tejidos. Cuando esa película se rompe, se evapora rápido o se vuelve inestable, aparecen los síntomas del ojo seco.
La contaminación ambiental altera esta barrera natural: cambia su composición, acelera su evaporación y genera inflamación. El resultado: sensación de arenilla, picazón, ardor, visión borrosa y necesidad de parpadear constantemente.
¿Qué tipo de contaminación perjudica más a los ojos?
Las partículas contaminantes en suspensión, los gases irritantes y ciertos hábitos urbanos forman una combinación dañina para nuestros ojos. Algunos de los agentes más nocivos son:
Material particulado (PM2.5 y PM10): partículas microscópicas que ingresan en el sistema ocular y dañan la superficie. Provienen de vehículos, industrias y polvo urbano.
Ozono troposférico: especialmente alto en ciudades soleadas y con smog. Produce estrés oxidativo, lo que daña las células de la superficie ocular.
Dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre: presentes en áreas con tráfico intenso o fábricas. Irritan la conjuntiva y desestabilizan la lágrima.
Humo de cigarrillo o de leña: incluso en interiores, generan un microambiente seco y contaminado.
Ambientes cerrados con calefacción o aire acondicionado: reducen la humedad ambiental y aceleran la evaporación lagrimal.
Contaminación ambiental y ojo seco: una relación directa
Numerosos estudios científicos han demostrado que vivir en zonas con alta polución ambiental aumenta significativamente la prevalencia del síndrome de ojo seco. En muchas personas, este no es un problema aislado, sino una consecuencia directa del entorno en el que viven, trabajan o se desplazan a diario.
Y, curiosamente, durante la pandemia se hicieron estudios que revelaron que al estar más tiempo en casa, la asociación entre la contaminación ambiental con los signos y síntomas de ojo seco, disminuía notablemente.
En ciudades como Buenos Aires, Madrid o Ciudad de México, los niveles de contaminación muchas veces superan los límites recomendados por la OMS, y eso se refleja en la consulta oftalmológica: ojos rojos, lagrimeo, intolerancia al lente de contacto, fotofobia o visión fluctuante se vuelven cada vez más frecuentes.
¿Qué podés hacer para proteger tus ojos?
Aunque no siempre podemos controlar el aire que respiramos, sí podemos tomar medidas para proteger nuestra salud ocular frente a la contaminación:
- Usá anteojos protectores o de sol cuando estés al aire libre: funcionan como una barrera física contra el polvo y las partículas.
- Hidratá tus ojos regularmente con lágrimas artificiales sin conservantes, especialmente si estás mucho tiempo frente a pantallas o en ambientes secos.
- Ventilá los espacios cerrados y evitá el uso excesivo de calefacción o aire acondicionado sin humidificación.
- Incorporá plantas purificadoras de aire en casa u oficina.
- Parpadeá con conciencia: muchas veces, frente a pantallas, reducimos la frecuencia del parpadeo, lo que seca la superficie ocular.
- Evitá salir en horas pico si podés elegir tus horarios.
- Consultá con tu oftalmólogo si sentís síntomas persistentes: una evaluación completa puede ayudarte a encontrar el tratamiento adecuado.
En Ver la Vida, tratamos el ojo seco desde la raíz
En nuestro spa de ojo seco, ofrecemos un abordaje personalizado, cálido y profesional, centrado en mejorar la calidad de vida de quienes sufren estas molestias cotidianas. Nuestros tratamientos combinan tecnología de última generación, como la terapia de luz pulsada (IPL) y la higiene controlada de párpados, con una evaluación integral de la superficie ocular y el entorno del paciente.
Además, trabajamos sobre la educación ambiental y el cambio de hábitos para prevenir recaídas y lograr una mejoría sostenida. Porque sabemos que ver bien es también vivir bien.
Conclusión: ver la vida con otros ojos
La salud visual no depende sólo de factores internos: el mundo que nos rodea también influye. La contaminación ambiental es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo, y sus efectos llegan incluso a nuestros ojos.
La buena noticia es que podemos hacer mucho para prevenir y tratar sus consecuencias. Desde cambios en los hábitos diarios hasta tratamientos especializados, cuidar nuestros ojos es posible… incluso en medio del caos urbano.
En Ver la Vida, te acompañamos para que tus ojos puedan seguir disfrutando del mundo que te rodea, con claridad, confort y protección.
Dr. Luis Nieto Silva
Especialista en Superficie Ocular
